Asombra mirar el cielo y ver las nubes, blancas, probablemente es lo mismo que viste hace un mes, solo que lo viste en forma de agua, mirando a un horizonte sin fin llamado mar, dentro de dos meses la volverás a ver, siendo nubes si, pero no con la misma forma de elefante como las ves ahora.
Eso mismo pasa con las personas, cambian, dejan de pensar lo mismo, pero siguen siendo ellas, sigues recordandolas por sus actos, por su forma de ser.
El agua cambie sigue siendo agua y las personas cambien siguen siendo personas.
Eso nos pasa a ti y a mi.
Hemos cambiado, te has cortado el pelo y ahora seguro que rematas más fuerte, pero sigues estando ahí como un diamante valorado en un millón.
¿Y yo? Bueno, ya mido más de 1.62 cm, he perdido la cuenta de los saques flotantes que te he dedicado y yo, bueno, intento estar ahí, pasen horas, días, semanas, meses, años, décadas, siglos.
Quiero estar ahí hasta el día en que deje de ser inmortal. Quiero estar ahí para el día en el que te caigas para poder reirme de tí, quiero estar el día de tu cumpleaños para llamarte esté aquí, en Francia o en la China para decirles a un montón de desconocidos que te canten el Feliz Cumpleaños, quiero estar ahí para verte sufrir mientras te haces ese tatuaje que tanto te quieres hacer, pero sobre todo quiero estar ahí para cuando me necesites.
"Una cosa que no es como el agua son las promesas. ¿Te acuerdas?
Si las personas somos agua, las promesas son ese granito de arena que se sumerge en el fondo del mar, ese que a donde sea que vaya el agua, sigue igual, no cambiará.
Llevo un año sin dioses ni amos, un año en el que me he dado cuenta que es el agua el que nos mantiene vivos y los granitos de arena lo que nos ha unido.
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